Entre los dos y los seis años, el cuerpo del niño va perdiendo el aspecto infantil a medida que cambian su tamaño, sus proporciones y su forma.
Al mismo tiempo, el rápido desarrollo del cerebro da origen a habilidades más complejas y refinadas de aprendizaje, así como al perfeccionamiento de las habilidades
motoras gruesas y finas.
La visita al consultorio del pediatra suele incluir una evaluación de la estatura y el peso del niño. Aun que los pequeños varían mucho, las desviaciones extremas respecto del promedio de la edad pueden indicar problemas de desarrollo. Los psicólogos no sólo comparten el interés del pediatra por los aspectos fisiológicos del crecimiento, si no que, además, se concentran en la relación que guardan con la adquisición de nuevas habilidades. Conviene aclarar que las afirmaciones generales sobre el crecimiento no siempre se aplican a un niño en particular.
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