Todas las culturas transmiten el lenguaje a los niños.
A menudo los adultos hablan por el niño, es decir, expresan sus deseos, necesidades y acciones en el lenguaje correcto. El lenguaje del niño se desarrolla principalmente a partir de la interacción diaria con los adultos que tratan de comunicarse —esto es, de entender y de ser entendidos (Schacter y Stra ge, 1982).
Cuando los progenitores hablan con sus hijos no les comunican tan sólo palabras, oraciones y sintaxis. Muestran la manera en que se expresan los pensamientos y se intercambian las ideas. Les enseñan las categorías y los símbolos para traducir las complejidades del mundo en ideas y en palabras. Las herramientas conceptuales ofrecen al niño un “andamiaje” que le servirá para entender el mundo y expresar el lugar que ocupa en él (Bruner y Has te, 1987).
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